Siempre fui una loca de los libros y las películas. Tan loca que no les puedo contar cuál fue el primer libro que leí o cuál la primera película que miré. Pero sí me acuerdo de las historias que le escribía a mi mamá cuando tenía cinco o seis años, esos cuentos sobre osos, leones, tigres, en una selva, y después los dibujitos coloreados. Todavía los tiene, creo.
La última película que vi fue Anna Karenina, esa ambientada en la Rusa Imperial, donde Keira Knightley confecciona a una mujer joven, hermosa, de la alta sociedad, que se caso con muy poca edad y cuyo esposo es un aburrido pero inteligente y leal, muy bien interpretado por Jude Law (está en mi lista de amores platónicos sin duda), y luego está el Conde Vronsky, interpretado por Aaron Taylor Johnson (también está en mi lista). Todos los personajes de la película me resultaron muy teatrales, muy entretenidos e interesantes. En los primeros minutos de la película ya me había dado cuenta de que tenía que prestar muchísima atención, por la gran cantidad de factores que intervenían en ella. Ese aire teatral muy bien logrado por el director (que también es uno de mis favoritos), la forma en que la gente se movía (creo que los "extras", para mí, son bailarines), en cómo miraban, cómo hablaban. ¡Y la ropa, por Dios! Me hace desear vivir en esa época, la más glamorosa de todas.
El Conde Vronsky es, sin duda, mi personaje favorito, el mejor actuado. La forma en que se enamora de Anna, tan lealmente, tan "amor a primera vista", le da un toque real a esa fama de mujeriego que tiene. Aparte de que es uno de los personajes más atractivos que vi durante mi tan corta experiencia en películas.
En general, me pareció que es una de las obras clásicas que más se pueden ajustar a la actualidad. ¿A quién no le pasó que estando con alguien, conoció a una nueva persona que le gusta incluso más, que nos vuelve incluso más locos de amor que la que ya tenemos?
Me pasé esas dos horas de la película a la expectativa de ver la boda entre Anna y el Conde Vronsky.
Igual, creo, que es una tragedia de amor que todos querríamos pasar, sin importar los resultados.
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